Camila Arbuet Osuna, El despecho y los afectos feroces: políticas feministas del desborde
Resumen
El despecho faltaba en la lista de las emociones. A diferencia del odio, el miedo, la ira o la venganza, no hay líneas de pensamiento que se ocupen de él. En gran medida, porque en el campo de los afectos parecería ocupar el lugar de la bruja del cuento que no fue invitada a la fiesta de bautismo: es una “impresentable”.
El despecho es una pasión bastante inútil. Sin embargo, sus efectos pueden llegar a ser tan devastadores como los de un tornado caribeño. Y su presencia en la cultura, en tanto que desencadenante de tragedias o móvil de melodramas, es lo suficientemente llamativa como para prender varias luces.
El despecho se vincula, mayormente, con el amor. En ese sentido, tiene una carta de ciudadanía endeble para la teoría. ¿Cómo abordarlo sin dejarse quemar? O, más bien, ¿cómo encarar su estudio sin incinerarse?
Pero, además, el despecho se caracteriza por necesitar la puesta en escena para existir. No es solo un afecto: es un gesto teatral ¿Cómo no sospechar de su carácter de mascarada? Necesita de la espectacularidad, pero se sabe de antemano condenado a la reprobación pública.
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